los pies encima de las nubes
perdidos los rastros de las muertes
un mínimo de indignidad en la luz tenue
los sonidos socaban el grito de esas vísceras
el hambre arrecia desde el fondo de la inmundicia
y este atril oscuro
este fondo con letras decaídas en un grafiti de paredón
todo eso se subleva para infartar las sienes
la villa, la oscuridad, la plegaria desvanecida
un grito seco y amorfo
tras una imagen aterradora por TV
han consumido el tiempo subjetivo
los espacios, la voluntad, el deber ser
un acto en el palacio de la gobernación
otra bala que se comió a otro infeliz
un NN dejó de competir la vida
sumido en un fármaco
mierda y miedo, calles espantadas
gritos de guerra, gritos de llantos,
gritos desesperados de un NN que rasguña la pared
las manos ahuecadas por el sudor ácido
arte sobre arte
y espejismo solapado en una 4x4
el arte de copiar y copiar hasta que las vísceras ardan
días grises y soleados, gargantas sordas
los pibes callejean desorientados, consumidos
las mentes siguen sobre las nubes
un gol de baldío
guardería de la realidad que se teme
el miedo persigue la desolación
las manos se pierden en un aneurisma eterno
una cerveza, los tiros en la noche vacía
un disparo en la sien
la “economía de mercado” se comió a otro pobre
humo sobre letras de humo,
el diario lo calló todo
y hay un mundo en donde las premisas valen
pero las tesis sobran
un arcoíris que esquiva el silencio de hospital
pestes devenidas de sofismas permitidos
en la esquina, vive el desvarío y la opresión
detrás de un murallón, un perro vagabundo resiste
alguien inhala pegamento en la calle
en los conventillos se baten a duelo por una puta
¿y acá?, sólo dos palabras, una plegaria, pedidos sin fin: “un pucho”
Pablo Zama
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